miércoles, 1 de febrero de 2012

MARÍA Y LA MEMORIA

Hoy han abierto en canal las lindes de la memoria. Esos años -tras la guerra civil-  que pasaron al recuerdo y que quisieron ocultar por vergüenza, por miedo o por imposición. En el Supremo juzgan al juez Garzón por investigar los crímenes del franquismo. Hoy los que le acusan de prevaricación han tenido que oír lo que no quieren que sea reconocido. María Martín López, de Pedro Bernardo (Ávila), 81 años, a pesar del andador, ha explicado -con la tenue voz que le queda- como a su madre la mataron el 21 de septiembre de 1936; y a día de hoy no le han permitido recuperar su cuerpo arrojado "al lado del arroyo, arriba del puente" en la carretera de Arenas de San Pedro. María ha contado su propia vivencia: Los falangistas me llevaban a la iglesia o al cuartel y allí me daban aceite de ricino, acompañado a veces de guindillas, como castigo. Hoy de aquellos falangistas queda la herencia que se sienta en el Supremo como acusación particular  http://www.publico.es/especiales/memoriapublica/419818/se-llevaron-el-pan-y-la-sal-de-nuestras-casas

Desde Arenas de San Pedro, donde se desarrolla la novela de Ernest Hemingway Por quién doblan las campanas , se puede recorrer España en todas direcciones encontrando la ignominia de la memoria de los años de la posguerra que protagonizó el franquismo.
Uno de esos pequeños relatos que están en los baúles de la represión, la historia de Francisca, una mujer que de niña tuvo la suerte de ser hija del amigo del alcalde socialista de su pueblo en Calasparra (Murcia). Un hecho delictivo que llevó a su padre a conocer las cárceles de el Castillo de Caravaca y la del altozano de Chinchilla en Albacete. Y a ella a conocer en su propia piel la villanía de la dictadura del aguilucho. Y a mi a recordar que era mi madre.
  Historias que se hilvanan entre venganzas de los vencedores de la Guerra Civil y que culminaban en demasiadas ocasiones con el asesinato, como el ajusticiamiento del Alcalde de Gergal, Justo González Márquez, fusilado en la tapia del cementerio de Almería. Un caso documentado en este blog http://justogonzalezmarquez.blogspot.com/
 Narraciones calladas que además se ha pretendido que desaparezcan. No puede prevalecer el silencio...
Y llegados hasta aquí no debo olvidarme de una viuda, de figura esbelta, pelo blanco y de hablar modulado, como María, que vivía en Elche. Desde el final de la guerra civil su vida era puro recuerdo y luchar por sacar adelante a su familia. Dos muescas, una en el alma y el tic de costurera en sus labios. Ella sobrevivía para mantener la memoria de su marido. Josefina Manresa vivía en la obra de Miguel Hernández

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