miércoles, 15 de agosto de 2012

...un legado de exilio interior. Miguel Hernández

http://www.poesi.as/mh39nc.htm
Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo...

Cuando conocí a Josefina Manresa su pelo teñía ceniza, recogido, como ella misma, seria; el tiempo empezaba a doblegar su esbeltez, pero mantenía esa firmeza de las estatuas griegas ...Josefina era la memoria viva de Miguel Hernández. Y yo tenía la suerte de que me concediera una entrevista.(a un periodista veinteañero, nuevo en plaza, desconocido por desconocido) Josefina era extremadamente cuidadosa de su intimidad. Su vida no le habia facilitado ser extrovertida. Hablamos de Miguel Hernández, de sus escritos, de su vida, de su legado...

Josefina vivía para mantener la memoria del poeta. Su espalda ya había soportado el peso de cuarenta años de persecución, muerte y olvido. Era como tantas viudas de la guerra, pero era la viuda de Miguel Hernández.
http://www.miguelhernandezvirtual.com/xml/sections/secciones/biblioteca_virtual/ediciones_sobre_mh_ficha.php?id=44

Me viene a la memoria el encuentro con Josefina Manresa cuando el legado de poeta de "Viento del pueblo" llega a Quesada (Jaén), en este su nuevo exilio interior.
Algunos se preguntarán ¿por qué Quesada?. Primero porque los jienenses quieren a Miguel Hernández y su Diputación ha adoptado como himno provincial "Andaluces de Jaén".  En Quesada nació Josefina Manresa, alli se casó con Miguel Hernández, allí estuvo Miguel con su batallón y se refugió de la persecución franquista. Además la herencia de Miguel Hernández se asienta en Quesada porque no ha sido valorada en Elche (Alicante) (aunque su Universidad lleve su nombre).
http://cultura.elpais.com/cultura/2012/08/14/actualidad/1344951178_306057.html

¿Por qué estaba en Elche el legado del poeta oriolano? Por voluntad de Josefina Manresa, que vivió sus últimos treinta años como una ilicitana más.  Según el exalcalde Manolo Rodríguez se vino a Elche por: "El trabajo sin duda fue un factor fundamental, pero recuerdo de modo especial lo que un día me contaba; y es que estando de vuelta de visitar a Miguel en la cárcel de Alicante, y habiendo hecho una parada en Elche, presenció el paso de una cuerda de presos que eran trasladados al palacio de Altamira, que entonces se utilizaba como cárcel, le impresionó la actitud de los transeúntes que al pasar aquellos represaliados se paraban y permanecían en silencio, y como prueba de respeto, los hombres se quitaban el sombrero. Es la misma imagen que ella describe en su libro al narrar el entierro de Miguel." Ahora han vuelto los que tiraban de la cuerda.

 Elche, en la transición democrática, reconoció el valor patrimonial del legado de Miguel Hernández. Josefina pudo dedicarse a cuidar de su familia y su memoria. Vivía en un piso modesto, cercano al Ayuntamiento, rodeada de recuerdos del poeta: retratos, libros, manuscritos. Me sorprendió la capacidad que tenía para recordar todo lo relacionado con el poeta. Se conocía al dedillo sus escritos. Reconocía los errores de biógrafos, críticos y editoriales. Me corrigió de su puño y letra una enciclopedia que le enseñé que estaba confundida en una cita a Miguel Hernández. Era la imagen viva del orgullo Hernandiano.
 Satisfecha entonces me mostraba la primera edición de la obra poética completa del autor de "El rayo que no cesa". Un logro suyo sin ninguna duda. Me enseñó un ejemplar y me lo regaló, con una cariñosa dedicatoria. Con ese libro siempre he intentado comprender el amor que ponía cuando tenia en sus manos un escrito de Miguel. Hoy en día sigo en el intento...

Josefina aún esta en mis recuerdos, con su pelo recogido, canoso, vestida de gris medioluto, con un tic en la boca: soplando una supuesta hebra de hilo entre los labios. La dictadura no había podido con ella; pero sí los años de costurera, que le dejaron reflejo en sus labios. y -sobre todo- en sus ojos, que tenia que ayudar con unas profundas gafas. Josefina Manresa se sentía feliz entre los recuerdos de Miguel,.. y de fondo el arrullo de las palomas sobre el tejado de su casa en Elche. Hace años que descansa en Alicante junto al poeta. A partir de ahora tendrá que retornar a Quesada, como paloma herida, para seguir abrazada al recuerdo tangible de Miguel Hernández  


El palomar de las cartas
abre su imposible vuelo
desde las trémulas mesas
donde se apoya el recuerdo,
la gravedad de la ausencia,
el corazón, el silencio.
  http://www.poesi.as/mh3810.htm