domingo, 21 de julio de 2013

DEL TESTAFERRO DEL NARCOTRAFICANTE...



Ramón, Ramonet para los amigos, ‘Chispa’ en el bajo ambiente financiero, sabía que había llegado a los más alto el día que vio su foto de la ficha policial publicada en el diario 

pensó: que nos quiten la bailao’ aunque sea desde el peor lao’

Desde los tiempos de contable en la caja de ahorros Ramonet tenía una especial conexión con el dinero: había nacido para acariciar los billetes en sus manos, pronto comprendió que el dinero se
reproduce de mano en mano y eso lo empezó a practicar cuando en sus ratos libres administraba la comunidad de propietarios donde aprendió como a más monedas más desparrame y esa habilidad le llevó a conocer grandes cuentas de grandes inversores que le ponían su habilidad de manejar las pasta para que todos salieran beneficiados

La suerte le llegó el día que Roque R. -‘Tintes’-  le sacó de su mohoso despacho de bancario para mostrarle mundo: aviones, hoteles high style, nieve de verano, eso que había oído de sexo&drogas&dinero;  ‘Tintes’ -sí- era un narcotraficante que tenía el problema de la mayoría que amasa mucho/muchísimo dinero: la obligación de ocultarlo a la ley

‘Chispa’ y ‘Tintes’ formaron un gran equipo, en el que Ramonet se encargaba de la logística monetaria oscura: un vasto entramado de cuentas-bancos-paraísos fiscales, un sin vivir en el que el 'money' era un Guadiana eludiendo controles hasta que desembocaba de nuevo en las manos de talco de Roque y los guantes de 'Chispa’
Todo iba como la seda hasta la primera investigación judicial que afortunadamente se suavizo con vaselina a los leales contactos legales que había en los centros operativos de ‘aquí mandan mis santos cojones’
Respiraron una temporada, aunque tuvo que agilizar los cambios de cuentas y sociedades para alejar el dinero de sus orígenes, eso supuso que Ramonet se vio expuesto a la luz pública y pasó de ser testaferro a propietario titular del dinero que gestionaba a sus jefes, pues Roque ya trabajaba con otros protagonista del trapicheo
incluidos los ladrilleros, entonces la empresa confundía y fundía hachís con arcilla, como nuevo becerro de oro

 lo peor era que ‘Chispa’ ya no era clandestino

Ocurrió lo que tenía que pasar: los perros que rastreaban el olor de carne de presidio hicieron presa y no soltaron

A su pesar Ramón-Ramonet-‘Chispa’ se vio atrapado en su entramado, una red de araña de millones de euros que se iban desenmarañando en la dirección que marcaba su nombre; a su maldito pesar era el multimillonario propietario de dinero negro sin poder blanquearlo
Y eso que un año antes de su caída había conseguido desembolsar a Roque y Cia.SL un 10% de lo amasado en la cueva de Alí Babá


‘Chispa’ sabía que podía ocurrir, y aunque ‘Tintes’ le juró amor eterno por lo más sagrado que nunca le dejaría solo, él tenía anotado las operaciones más delicadas para salvarse el día del final del juicio

El dilema de ser o no ser propietario estaba en la lealtad o la prisión versus/nexus autosuficiencia o colocarse a cuatro patas

Todo degeneró como dios manda: el testaferro era el criminal porque ya no existía el narcotraficante, él que había blanqueado dinero se olvidó que quien realmente se había blanqueado socialmente era su antiguo jefe;  Ramonet -con su alma de feriante- era reo capitalista de su altruismo financiero a cambio del impensado reconocimiento impoluto de Don Roque

Palabra por palabra poca chispa tendría ‘Chispa’

En el fondo tampoco podría llegar al fondo, porque era cuestión de vida o muerte, a quien protegía le protegía ahora, al punto que uno de los dos debía caer a los infiernos, y Ramón sabía que su caída en el pozo era sin cuerda y/o colchón de seguridad


Su supervivencia consistía en mantener su titularidad del dinero ajeno, porque así lo decían las pruebas; pedía que su vida debería estar protegida de aquel al que había suplantado involuntariamente, una paradoja que se antojaba inquietante: que quien garantizaba su existencia dependiera que él le garantizara la libertad

-¡Qué coño! -se dijo- ¡fuera filosofía!:  quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón

PD: de las muchas reflexiones de talego a ‘Chispa’ le venía de vez en cuando volteando por la cabeza, manía de niñez, su trabalenguas favorito que enlazó desde el primer día a ‘Tintes’:

 El perro de San Roque no tiene rabo
porque Ramón Ramírez se lo ha cortado.
El perro de Ramón Ramírez no tiene rabo
porque se lo han robado…


Y él lo versionaba mentalmente:

El perro de Ramón Ramírez no tiene rabo 
 Porque San Roque se lo ha cortado
El perro de San Roque no tiene rabo 
 Porque Ramón Ramírez se lo ha robado…

lunes, 15 de julio de 2013

NACHO MONTEJO



Morir, dormir,  dormir... ¡Soñar acaso! 
¡Qué difícil! Pues en el sueño de la muerte 
¿qué sueños sobrevendrán
 cuando despojados de ataduras mortales
 encontremos la paz?
  Hamlet, William Shakespeare

 Después del dolor llega la tristeza por la muerte de Nacho Montejo, por sobrevenida y no pensada, y luego viene el recuerdo del tiempo que coincidimos.  Hace 33 años Ignacio Montejo ya era un abogado laboralista acreditado.
  Muchos amigos lo han rememorado con orgullo y con pasión...

 

Le recuerdo como un abogado comprometido con el compromiso: con los trabajadores y por una sociedad justa.  Un tipo alegre, un vitalista infatigable. Desprendía una energía tan fuerte que te podía llevar al fin del mundo cantando La Internacional o el La-la-la.  Su presencia ya era aroma de optimismo. 
 Y eso que Nacho ya estaba curtido en todos los límites que te puede cincelar la vida. 
Había sufrido la violencia física del fascismo, había pasado por la cárcel, y había eludido la muerte -por azar- el día de la vil matanza 
de sus compañeros de despacho laboralista de Atocha (1977)

 Coincidimos en 1980, en el despacho de la Glorieta de Bilbao, en la elaboración de un proyecto pionero en el mundo sindical y judicial.  Había que hacer la primera guía jurídica sobre el Estatuto de los Trabajadores, comentada por abogados laboralistas para el uso diario de los asalariados. 

Y Se hizo. Me tocó llevar los textos, corregir estilo, editar, hacer la portada;  entonces le llamaron coordinar.  Lo peor era tener que intentar adaptar el lenguaje de los abogados para que lo entendieran en las empresas, en los puestos de trabajo y los sindicalistas de a pie. Y desde luego Ni Nacho, Emilio Palomo, Ricardo Bodas, Pablo Aramendi, ni Miguel González Zamora cejaron en mantener la solidez de aquella guía jurídica. 

Vio la luz un libro rojo, tamaño misal, editado por CC.OO., a bajo coste, que abrió camino para que los trabajadores tuvieran a mano sus derechos. 


De aquel grupo, del que salieron asesor del presidente del Gobierno, director general, magistrado juez, Nacho siguió ejerciendo su vivencia  por la lucha y su presencia directa en donde se le necesitaba, hasta anteayer mismo. 
Me imagino que era consciente –al igual que quienes vivimos aquellos años-  como en los últimos meses han ido laminando los derechos laborales que se remarcaban en aquel librito rojo. 

Alejándome de la nostalgia, o abrazándola,  quiero recordarle con su voz intensa, su aspecto como recién llegado del Caribe, su agilidad para avanzar, y de fondo sonando envolvente Pablo Milanés http://www.youtube.com/watch?v=WRwas6ERTfA