jueves, 15 de marzo de 2012

DEL SILENCIO



Todo es silencio.., y en medio las palabras.  La vida es romper el silencio y así nos dedicamos a cultivar el ruido.   El silencio no se describe, se vive. Te envuelve como un manto, llevándote hasta el vientre materno, acurrucándote en medio de la ingravidez.

  Se han cumplido ocho años del gran silencio que se incrustó en millones de almas y paralizó las mentes. Aquel silencio era negro-pesado-inmundo, cubierto por un cielo lacerante, iluminado por estrellas silentes. Un silencio de furgones pausados, grisnoche, cerrados, saliendo del IFEMA del Madrid, camino del cementerio de la Almudena, al reencuentro del silencio.

 De aquel silencio regresó la esperanza. Y siempre la encuentro en la mirada tenue fina y callada de una niña. Un espejo de otra vida que camina en el revuelo de los sonidos.  En esos ojos me reencuentro con las palabras.

 Aquel 11 de marzo de 2004 ella viajaba en uno los trenes de la muerte. Acunada en el vaivén del traquetreo del vagón. Un golpe de fuego la despertó del letargo, un estruendo en medio de gritos irreconocibles le agitó todo el cuerpo; a volandas salio de los gritos y poco a poco se fue pausando el agobio y la angustia,.. sintió las manos de su madre abrazándola, apretándola. Más tarde la voces fueron calmándose y le sonaba la tranquilidad. No sabía el significado de aquellos sonidos: -"Su hija está bien"-, pero sí la sensación de felicidad de su madre. Ella no sabía que estaba en el hospital Gregorio Marañón de Madrid. Se sentía bien en la barriga de su madre, llevaba allí siete meses. Los médicos comprobaron que aguantaría una semana más de la cuenta en el vientre materno hasta romper el silencio de su nacimiento.
 Arantxa, que es el nombre que le pusieron sus padres, cumplirá 8 años en mayo.  Nació con un oído muy sensible y era un bebe que soñaba a trompicones y se despertaba sobresaltada; aunque siempre tenía los brazos fuertes y cálidos de su madre cuando abría los ojos.
 Un día preguntará porqué le pusieron un nombre vasco, diminutivo de Arantzazu que significa 'tu, en el espino'. Sus padres tendrán que explicarle porqué aquel 11 de marzo se alteró el mundo que aún no conocía. Descubrirá en el estupor que unos hombres malos -asesinos- atentaron en nombre de la desesperación, con nombres que suenan a Mohamed, Rachid, Asrih,... y en nombre de una guerra en Irak. Pero será muy difícil comprender como la iniquidad anida en los seres que quieren transformar la vida en silencio.

Arantxa con cuatro  años http://elpais.com/diario/2007/03/10/espana/1173481213_850215.html


jueves, 1 de marzo de 2012

ESPEJO

                                                            


La escritura es una forma de agarrarse a la vida. Un espejo en el que te miras y puedes -o no- reconocerte.  Como definió el ex-fiscal José María Mena "el verte por la mañana en el espejo y pensar 'no eres un hijo puta', pues ya vale".  Por lo demás escribir ni tiñe canas ni cierra heridas. Y escribo porque me gusta el juego de juntar letras y manchar folios. A veces escribo para comunicar, incluso para saber que lo han leído. 
 Hay gente que le gusta lo que lee y a otros no. La lectura es también sentimiento. Es otra forma de verse en el espejo. 
 Venía esto a que el otro día me desearon la muerte por escribir. 
Aseveraba el inquisidor que si hubieran fusilado a mi abuelo no existiría. Un error temporal, porque sí, hubiera nacido; como se puede deducir de la correcta lectura de la entrada del blog "Mariá y la Memoria". 
 No es preocupante el hecho de que se haga apología de la muerte, aunque te toque en primera persona. Ni por nuevo ni por impactante. Con el tiempo y la reiteración hay cura. Recuerdo, por histórico el día que llamaron por teléfono al piso de estudiante en Madrid, y tras dar recuerdos a la familia, esa voz contundente: 
--Rojo, ¡te vamos a matar!!!
Era un 20 de Noviembre de 1975
Sería un seguidor, aunque entonces no había Twitter. 
Mucho tiempo ha que ya había descubierto que la vida es lo que es. Al fin y al cabo es sólo mirarse en el espejo, y descubrir que se refleja aún una imagen, y la puedes reconocer, al menos...