En apenas dos meses este país está irreconocible. Desde que se comenzó el inicio del inicio, hemos entrado a saco en la sociedad de la vorágine. Un Saturno insaciable nos devora. Parece mentira pero la
mentira se ha convertido en verdad. Han subido los impuestos por sorpresa y ya
estás a punto de comprobar el agujero que te han hecho en el bolsillo. No dan
tregua. 60 días desde que empezó el cambio y han desaparecido los derechos
laborales de los trabajadores, con carácter retroactivo, ciscándose en el
Estatuto de los Trabajadores y en la propia Constitución. Un tiempo nimio
para salir a la calle contra la reforma
laboral.
Han anticipado la primavera en Valencia y la han extendido a todo el país.
Se ha pasado de los golpes de calor a las calles calientes. No sabemos si el
aborto es a plazos o a rezos. Si hay trasvases o sequía. Las oposiciones se hacen con temario del siglo pasado. Ya el enemigo no es ETA, el enemigo somos todos . El tsunami azul ha barrido las
consciencias y nos ha cambiado el sintonizador.
Pero lo que más inquieta es que me han
cambiado la cadena de televisión del bar. El aperitivo del mediodía, tan plácido viendo
Telemadrid y sus tertulianos neocarcas, era la aceituna del vermut, haciendo
jugos en el estomago.
Hoy en la tasca estaba puesta La Sexta, me he quedado de piedra, y en el plasma se veía a la Policía dar una somanta de
palos sin ton ni son que de verdad retrotraía a tiempos pasados. Y el vecino de
barra, cerveza en ristre, sin cortarse:
--A éstos hay que cambiarles el traje.
La verdad es que en dos meses se ha cambiado hasta el color de
la primavera: del azul al gris...