viernes, 17 de febrero de 2012

HUBO UN TIEMPO


Cuando el pasado se reinventa duelen más los golpes. Porque el ser humano sobrevive olvidando los malos recuerdos. Y es verdad que no recapacitamos lo suficiente si hemos aprendido de nuestros errores. Y viene al caso por la represión ejercida sobre los estudiantes del Instituto de Luis vives de Valencia. Unos adolescentes calentados por la policia por reclamar calefacción en sus aulas. carga policia IIES Luis Vives
Del hoy al ayer. Cuando en el año 1970 algunos estudiantes farfullaban en las aulas de su instituto, en silencio, tapados y ocultos, reclamando la libertad, defendiendo la vida y gritando muy bajo: amnistía. También en los institutos se luchaba contra el miedo. Entonces las manifestaciones estaban prohibidas por definición. A pesar de eso se convocaban y eran ilegales. A lo mínimo que se exponían los ilusos que pedían Democracia era a unos suculentos palos. En los institutos se enseñaba los Principios Fundamentales del Movimiento y cuando había dudas se organizaba la reunión con el jefe de estudios para recordar:
--Que a nadie se le ocurra ir a la manifestación esta tarde. Yo estaré en la plaza y no quiero ver a ninguno de vosotros allí. 
Y si alguno no le temblaban las piernas de oir el posible castigo disciplinario que le podía caer, el profesor en jefe remataba:
--¿Veis esta pistola?, pues la llevaré para emplearla en la manifestación.
Era oscura, olivácea, y era la verdad del miedo mismo. Esa visión era suficiente para derrumbarte 
 Esa tarde la plaza del pueblo estaba tenebrosa, silente, sin apenas gente. En todas las esquinas había policías vestidos de gris, en las calles adyacentes estaban sus furgonetas, grises también, enrejadas para saber lo que había dentro. Pero a la hora prevista para la protesta por la libertad y la amnistía, cuatro gatos y dos estudiantes saltaron a lanzar dos gritos llenos de miedo y emprender la carrera más rápida que el rechinar de piernas.., aunque fuera por la democracia. Hubo suerte porque las pistolas no hablaron. 
Pero nos faltaba aun un quinquenio de saltos y carreras, aunque en esos años sí sonaron las armas y algunos compañeros se quedaron en el camino. Un tiempo de parto largo y doloroso para que amaneciera la libertad; y le llamamos Democracia...

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